Se nos acabó el amor

Probablemente, nunca oiremos a una madre o a un padre decir que se le acabó el amor que sentía por su hija o hijo; todo lo contrario, ese amor es para toda la vida. Aunque a ese padre o madre no lo quieran, él o ella siempre querrá a sus hijos e hijas.

Pero el amor de parejas es otra cosa, porque pueden suceder acontecimientos que actúan como un flechazo al revés, hieren y maltratan el sentimiento, y hacen que se agote. Es más común que pase en uno de los miembros de la pareja, pero también puede suceder en ambos.

A veces hay situaciones que lo precipitan, por ejemplo, una infidelidad, un incumplimiento a algo que el otro o la otra consideraban fundamental, una traición, entre otros actos, hace que la llama se apague, que se irrite, que se rebele.

En otros casos, los compromisos ya contraídos hacen que, aunque el amor se haya ido, nos mantengamos juntos pero distantes, dejando que obre la naturaleza, que el tiempo transcurra esperando “a ver qué pasa” y, generalmente, no pasa nada; es un signo de que “se les fue el autobús”.

Compromisos, vida en pareja, hijos, no dan espacio para terceros, ni para amores viejos, mientras esas dos personas se mantienen mirando al vacío.

Son muchos los elementos a desglosar para poder entender este fenómeno:

Parece más fácil entender el componente físico del amor y que alguien deje de sentirse atraído por el cuerpo, por lo físico, entonces afirme que su pareja ya no le gusta, o que ya no le satisface sexualmente; pero en estos casos, estamos abarcando una dimensión muy limitada de una relación, que nos dice que lo que se acabó es la atracción, la figura, el sexo, que es parte del amor, pero que definitivamente no lo agota.

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A los matrimonios, la ley les ofrece el espacio del divorcio; a las uniones libres la separación; pero ambas son formalidades sociales que no siempre tienen que ver con el amor.

Por eso, algunos hablan de que “amor viejo no se olvida”, y un refrán muy famoso que dice “donde hubo fuego cenizas quedan”, nos confirman que el verdadero amor NO se acaba, se pospone, se relega, se destierra.

Los amantes se alejan, se desprecian si tienen razones para hacerlo, y hacen que el sentimiento vivido, ese amor herido, vaya muriendo.

Múltiples canciones, en diversas épocas, tratan este tema y no pueden agotarlo, porque el mismo hecho de abordarlo, afirmando que el amor se acabó, indica que está presente de alguna forma.

Dicen los psicólogos que mientras los separados estén hablando (aún sea mal) de la pareja, aunque hayan pasado años de la separación, es una señal de que hay amor pendiente.

Dicen los poetas que «el amor no termina, sino que cambia de casa». Hablar de que el amor acaba es una forma de cuantificarlo, como si fuera un objeto o una mercancía, justamente porque no lo es; NO todo el mundo se enamora de todo el mundo.

Para enamorarnos de alguien tienen que darse razones emocionales para identificar a esa persona específica y que queramos unirnos a ella; son razones del corazón que la razón no comprende.

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El verdadero amor se construye en base a una relación que implica una unión que supera al afecto, implica querer, ser amigo o amiga, querer lo mejor para la pareja aunque no esté contigo y, bajo esta definición del amor, creo que el verdadero amor NO se acaba.

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